¿Les ha pasado que tienen sensación de derrota, aún cuando saben que en el fondo lo que están atravesando es el camino a una inmensa victoria? Últimamente me siento así, derrotada. Busco en mi interior herramientas para sentirme mejor, no las encuentro. Busco la palabra de Dios para encontrar paz, calma y fe que me permita caminar hacia lo que pido en mis oraciones, pero tambalea mi fe. Miro a mi alrededor y busco encontrar algo de lo que me pueda aferrar. Veo a mis hijas, a Rafa y los abrazo con mi corazón y con todas las fuerzas de mi alma. Son lo único que me mantiene caminando con firmeza y entereza, lo único que me recuerda que mi vida es importante para la vida de otra personas, por lo menos para ellos tres.
Han sido meses difíciles y larguísimos, la agonía se extiende y parece que no tiene fin.
Vislumbramos la luz, pero esta muy lejos, inalcanzable y esquiva. Veo en Instagram a
psicólogos proponer no vivir bajo estrés porque se libera cortisol y nos mantiene en estado de alerta, lo que tiene efectos gravísimos para la salud. Lo veo en mi cuerpo, en mi mente y en mi cerebro. Me cuesta concentrarme, disfrutar, conciliar el sueño. Tengo ansiedad y me podría comer toda la alacena, me cuesta bajar de peso. Me hablo muy mal, no soy empatica
conmigo, me juzgo como cual periodista deportivo contra el jugador enemigo de turno. Me miro al espejo y me desconozco.
La luz se acerca y casi podemos sentir su calor en nuestras caras, la contemplamos como si fuera una deidad. Sentimos ¿felicidad? no, más bien alegría. Buenas noticias, se acaba la agonía, vamos a otro país a buscar la suerte que nos fue arrebatada por unos ególatras que no
saben nada de lealtad ni de gratitud. Me vuelvo a mirar al espejo y me pregunto: ¿qué sabes tu de gratitud? Nada. Porque si todavía siento rabia y rencor no se nada de gratitud, aunque me encantaría. Todavía no se acaba, volvimos a creer en los que nos habían traicionado y volvimos a caer. ¿Nos dejan ir o no? Parece que no, pero a veces parece que si.
Estamos aturdidos, ¿en qué round vamos? Ya no lo se. Cuando estábamos en el piso groguis, sin podernos parar y mientras en el fondo el contrincante y el público coreaban SECHS, SIEBEN, ACHT, NEUN…logramos pararnos, contra las cuerdas y con su ayuda. Hubo un silencio casi sepulcral que luego fue interrumpido por un pequeño grupo, pero valiosísimo, que nos gritaba “vamos, parense, vamos, confíen.” Los veíamos al fondo del publico, reconocía sus voces, eran nuestros padres y hermanos. Volvimos, con sangre y morados de los golpes, pero pudimos ponernos de pie. Cuando nos creían rendidos, tuvimos un segundo impulso y volvimos a pelear. Esta vez más fuertes y aquí vamos.
Es la sensación de derrota tras una guerra muy larga, de la que saldremos vivos seguramente, pero muy cambiados. Ninguno de los dos bandos va a perder esta guerra, la lo historia dirá. Todos perdimos y todos ganamos, dependiendo de la óptica desde la cual la veamos. La Victoria es nuestra, encontramos un lugar en el que podamos florecer, donde sintamos amor y donde seamos valorados. La derrota es nuestra, porque el rival logró doblegarnos muchas
veces y nos impidió crecer como lo habíamos soñado. ¿Lo ven? Ganamos y perdimos. Lo
mas importante es que aprendimos que todas las batallas son así y está en nosotros verlo como un triunfo o una derrota.
Por: Anita Caicedo
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